Imagen del grupo Locomia

Fueron transgresores estética y sexualmente en una España de los ochenta que quería ser moderna. Ahora que un documental los pone de actualidad reconstruimos su extravagante relato con los protagonistas para confirmar que las heridas siguen abiertas

Esta vez los lugares comunes son precisos: una historia con sexo, traiciones, drogas, peleas, muertes, mucho éxito y caída a los infiernos. Añadamos algunas peculiaridades propias de este relato: abanicos, zapatos de punta, canciones muy populares en España y Latinoamérica, y cárcel. El creador de Locomía, Xavier Font (Barcelona, 60 años), luce un tatuaje de motivos étnicos que le cubre toda la calva de su cabeza. Se lo hizo justo después de salir de la cárcel. Fue condenado en 2012 por tráfico de drogas a tres años de reclusión. Encontraron en su casa pastillas de éxtasis. También localizaron botes de popper (una droga que se utiliza por su capacidad euforizante y erótica), pero se volatilizó y no pudieron inculparle. “Las pastillas eran de un amigo.

Los botes de popper sí eran míos. Los vendía por internet a conocidos porque hay una alegalidad en ese tema. Me agarro a lo que dice todo el que está en el talego, pero en mi caso es real: soy inocente, fue una injusticia”. Font pasó tres meses en prisión y consiguió el régimen abierto por buena conducta: libertad durante el día, pero debía dormir en un centro barcelonés. Cuando quedó libre, en 2015, se marchó a vivir a Cuba, se casó con su suegra (“para que ella consiguiese los papeles”) y estuvo allí seis años. Todas las cosas en la vida de este hombre son así de llamativas, ya lo verán más adelante.

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